LLevo mucho sin actualizar, lo sé y lo siento. Os debo (aún)un viaje a Roma.
Hace un par de noches no podía conciliar el sueño y comencé a pensar en cosas de esas que de cuando en cuando me asaltan a la cabeza y sólo a altas horas de la madrugada.
Todos guardamos recuerdos , no sólo en nuestra memoria, si no también dándoles forma y dejando de testigo fotografías y vídeos.
Guardas la flor que te regaló una noche hasta que se marchita.
El billete del autobús que tuviste que pagar para volver a casa el primer día que te besó.
La servilleta del restaurante donde años después te reuniste con tus compañeros del colegio.
El plano del museo al que te llevaron en la asignatura de Ciencias Naturales, y por la que casi, casi, decides ser geóloga.
El folio con la flecha indicando la entrada al concierto en directo de tu grupo favorito.
La cuchara del primer helado que tomaste en el verano del 2008 con tus amigos.
La bolsa vacía de chucherías que comiste a pachas con tu amiga en un largo viaje.
El posavasos en el que escribieron "Vale por un regalo" todos tus amigos porque, siguiendo la tradición, son un desastre para organizarse y comprarlo.
El globo con forma de corazón deshinchado de la gran Cabalgata de Reyes del centro de Madrid.
Las pulseras del Parque de Atracciones como testigo de que ese día montaste en todas las montañas rusas por primera vez.
Todos los tickets con los pedidos en el Starbucks desde tu 16 cumpleaños.
La publicidad que repartía una marca de cervezas en la Complutense el primer día de los exámenes de Selectividad.
Todos los folletos sobre periodismo que pudiste coger en Aula.
Los palillos del restaurante asiático donde comiste por Navidad con casi todo tu grupo de amigos.
Entradas de cine.
Listas con nombre y número de pie para jugar en la bolera.
Un sin fin de "cosas" hechas recuerdo que guardan un significado especial.
¿Y las sensaciones?
No recuerdo el olor de esa flor, el sabor de ese beso, el menú de esas comidas, las carcajadas viendo esas películas, el dolor de muñeca por pasarme toda la tarde jugando a los bolos, la seguridad de querer tomar un camino para mi futuro, la emoción de escuchar los primeros acordes de "On my mind" de nuevo, el sabor del helado derritiéndose en mi boca, ni del sol que entraba por la ventana del autocar mientras comía ositos de gominola. El miedo, los nervios, la felicidad, la alegría...se pierden.
No eres consciente cuando lo vives, es después.
Por eso recojo pequeños instantes y sus sensaciones en esas "cosas". Para mirarlas como las miraba esa noche y recordar.